Devocionales de Navidad… Alégrate Jesús nació Miércoles 23 – Dios Fuerte
- 23 dic 2020
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Isaías 9:6… “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte”
Camino como hombre por los caminos polvorientos de Judea y Galilea, sintió hambre y sed, agonizó en Getsemaní, y murió en la cruz, es Dios eterno manifestado en carne.
La profecía lo presenta aquí como Dios Fuerte, en sentido de Dios Poderoso o, si lo preferimos mejor, como el Omnipotente y Todopoderoso. Luego de su muerte en la cruz, recibió del Padre el nombre que es sobre todo nombre, ante quien se dobla toda rodilla en cielos, tierra y todos confiesan que Jesús es el Señor.
Jesús es el Señor de la historia.
Los tiempos están en Su mano.
En un mundo inquieto donde los conflictos se producen cada día, donde los reinos y las potencias de la tierra pretenden establecer el curso de la historia según sus intereses, el Dios Fuerte está sentado en el trono de gloria.
Él dijo en Juan 18:36… “Mi reino no es de este mundo”
El Dios Fuerte es soberano, y su reino por todas las edades…
El hace su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra.
Puedo decir con seguridad: “Nuestro Dios reina”. El ha establecido un día en que reinará sobre la tierra con poder y gloria.
Nuestro Señor es Dios Fuerte, en las situaciones difíciles de la vida personal.
Es aquel en cuya mano están los tiempos y todo cuanto existe.
Nada pasa desapercibido para Él. Pudiera ser que nuestra vida esté sometida al violento viento de las aflicciones que como a los discípulos en el mar, sopla con fuerza y levanta el temporal en el entorno. Es posible que en un momento las dificultades sean tan grandes que creamos que no hay solución y tenemos que clamar como ellos: “Señor, mira que perecemos”.
El Dios Fuerte, se alzará entonces sobre los elementos desatados y dirá al viento ¡Calla! y a la mar ¡Enmudece! Para trasformar todo en una grande bonanza.
En los momentos en que las cargas agobien nuestra vida y la esperanza desaparezca del horizonte, cuando las nubes negras oculten cualquier atisbo de sol y el camino se haga empinado de modo que las fuerzas se debiliten, el Dios Fuerte nos tomará en sus manos para que podamos soportar el peso. Él nos fortalecerá con los recursos de su gracia. Si ha podido llevar la carga del pecado del mundo sobre sus hombros debo estar seguro que llevará más fácilmente la mía por grande que me parezca.
Pastores Gersom y Melina
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